¿Cuál es el impacto ambiental de una merma de alimentos

Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, el mundo ha experimentado una brusca reducción en la producción y consumo de alimentos. Aunque esto puede parecer una buena noticia para el medio ambiente – ya que significa una reducción en la demanda de productos agrícolas, que a su vez requieren grandes cantidades de energía y agua para producirse -, el impacto ambiental de esta merma de alimentos es mucho más complejo. En realidad, la pandemia ha tenido un impacto negativo en el medio ambiente a nivel global, debido a la forma en que los gobiernos y las empresas han respondido a la crisis.

La producción de alimentos es uno de los principales factores que contribuyen al cambio climático. Según el Food and Agriculture Organization of the United Nations (FAO), el sector agrícola generó el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero en 2018. El cultivo de la tierra y la ganadería son responsables del 85% de estas emisiones, mientras que el procesamiento y transporte de alimentos representan el 15% restante. Debido a esto, cualquier reducción significativa en la producción o consumo de alimentos tendrá un impacto directo en las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

La pandemia ha llevado a una reducción significativa en la producción y consumo de carne en todo el mundo. Esto se debe en parte a una disminución del apetito por la carne entre los consumidores, y en parte a la interrupción del suministro cadena que ha impedido que muchos productores lleguen a los mercados. Según FAO, se espera que la producción mundial de carne baje un 3-4% en 2020, lo que equivale a una reducción de 100-130 millones de toneladas. Esta caída se ha traducido en una disminución significativa de las emisiones asociadas con la carne, ya que se requiere menos energía y agua para producirla.

El impacto ambiental positivo de la reducción del consumo de carne es evidente, pero también hay consecuencias negativas. Por ejemplo, muchos agricultores han optado por destinar sus terrenos para cultivar soja en lugar de carne debido a la caída del precio de esta última. El problema es que el cultivo intensivo de soja requiere grandes cantidades de fertilizantes y pesticidas, lo que puede dañar el suelo y contaminar las aguas superficiales y subterráneas. También existe el riesgo de que los agricultores quemen los residuos vegetales para deshacerse de ellos, lo que liberaría grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) y otros gases nocivos para la atmósfera.

Otro factor negativo es el hecho de que muchas personas están ahora cocinando más comidas en casa debido al cierre de restaurantes y otros lugares donde se sirve comida. Esto significa que están comprando más productos frescos en lugar de productos procesados, lo que requiere más energía y agua para producirlos. También puede conducir a más desperdicio, ya que muchas personas no están acostumbradas a cocinar con ingredientes frescos y no siempre saben cómo utilizarlos antes de que se echen a perder.

Aunque la pandemia ha tenido un impacto negativo general sobre el medio ambiente, también existen algunos aspectos positivos. Por ejemplo, como se mencionó anteriormente, la reducción del consumo de carne ha tenido un impacto positivo directo sobre las emisiones globales. También se espera que la crisis acelere la transición hacia un modelo agrícola más sostenible, ya que muchas personas y empresas están reconsiderando sus hábitos alimentarios y buscando alternativas más sostenibles.