Desde hace unos años, el término «sostenible» está de moda. Se habla de sostenibilidad en todos los ámbitos de la vida, desde la economía y la política hasta la ecología y el bienestar animal. Sin embargo, ¿sabemos realmente lo que significa? Y, más importante aún, ¿sabemos cómo llevarla a cabo?
En el contexto de la agricultura, la sostenibilidad se define como la capacidad de mantener un ritmo de producción de alimentos que satisfaga las necesidades actuales de la población, sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras. Es decir, es posible producir alimentos de forma sostenible si se respetan ciertos criterios medioambientales, sociales y económicos.
En México, el sector agroalimentario representa una parte importante de la economía nacional, ya que el país es uno de los principales productores y exportadores de alimentos a nivel mundial. La agricultura mexicana se caracteriza por ser diversificada y estar en constante evolución. Según datos del INEGI, en 2017 se cultivaron 35 millones de hectáreas en México, lo que representa el 5% del territorio nacional. De estas superficies, el 61% se destinaba a la producción de cereales (maíz, trigo, arroz), el 18% a hortalizas y legumbres (tomate, chile, frijol) y el 12% a frutales (naranja, limón, mango).
El sector avícola es otro de los pilares de la agricultura mexicana. De acuerdo con datos del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), en 2017 se produjeron 1.3 millones de toneladas de carne de pollo, lo que representó un aumento del 4% respecto a 2016. El pollo es una de las proteínas animales más consumidas en México; de hecho, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2016 se consumieron 26 kilogramos per cápita.
La industria avícola mexicana está regulada por un conjunto de normas oficiales Mexicanas (NOMs), que cubren todos los aspectos relacionados con la sanidad animal y la inocuidad alimentaria. En cuanto a la sostenibilidad, el marco regulatorio establece ciertas obligaciones para los productores avícolas en materia ambiental, como el control del uso y la contaminación del agua, así como el manejo adecuado de los residuos sólidos y líquidos generados por las granjas.
Sin embargo, a pesar del marco regulatorio existente, muchas veces no se cumplen las normas debido a la falta de supervisión por parte de las autoridades competentes. Esto ocurre porque en México no existe un organismo encargado exclusivamente de velar por el cumplimiento de las normas ambientales en el sector agroalimentario. En consecuencia, muchas granjas avícolas no cumplen con las medidas ambientales establecidas por ley y causan graves daños al medio ambiente.
Por ejemplo, en 2013 se detectó un foco infeccioso de Salmonella enteritidis en una granja avícola del estado de Veracruz. La bacteria se encontraba en los excrementos y en los restos alimenticios del gallinero. Como consecuencia directa del brote infeccioso, murieron miles de pollos y hubo que sacrificar a otros miles para evitar que la bacteria se propagara a otras granjas avícolas del país.
Este incidente puso en evidencia las deficiencias del sistema productivo avícola mexicano en materia ambiental y sanitaria. En particular, se identificaron tres problemas fundamentales: 1) el uso indiscriminado y abusivo del antibiótico amoxicilina; 2) el deficiente control sobre la calidad del agua utilizada en los procesos productivos; 3) el insuficiente manejo y tratamiento de residuos sólidos y líquidos generados por las granjas avícolas.
En relación al primer problema identificado, el uso indiscriminado y abusivo del antibiótico amoxicilina ocasiona dos principales problemas: 1) favorece el desarrollo de bacterias resistentes a este medicamento; 2) contribuye al deterioro del suelo y del agua debido a los residuos químicos que se generan durante su metabolización.
El desarrollo de bacterias resistentes es un problema grave a escala mundial que requiere urgentemente solución. Según datos del Organismo Mundial de la Salud (OMS), cada año mueren más personas por infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos que por cualquier otra causa. En México, según datos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), el 30% de las infecciones hospitalarias son causadas por bacterias resistentes a los antibióticos. Estas bacterias son responsables directas o indirectas de 4500 muertes anuales en México.
El problema es que actualmente no se dispone de un medicamento eficaz contra las bacterias resistentes. Por lo tanto, prevenir su desarrollo es fundamental para garantizar la salud pública actual y futura. En este sentido, el uso indiscriminado y abusivo del antibiótico amoxicilina es totalmente contrario a este objetivo. De hecho, según datos del Centro Nacional para la Prevención y Control del Uso Indiscriminado e Improperio de Los Antibióticos (CENAPRECE), entre 2012 y 2016 se detectaron 21 casos confirmados de bacteria resistance Islas enterococcus faecium transmitida por pollos de engorde alimentados con amoxicilina. Esto demuestra claramente que el uso abusivo del antibiótico amoxicilina es un factor clave en el desarrollo de bacterias resistentes a este medicament