¿Por qué es importante la distribución de alimentos

La importancia de la distribución de alimentos

En un mundo en el que cada vez hay más personas y cada vez hay menos recursos, es evidente que la distribución de alimentos se ha convertido en un problema de primer orden. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el número de hambrientos en el mundo se ha reducido en 100 millones desde 1990, pero aún hay 805 millones de personas que sufren hambre crónica. La FAO también estima que, si no se toman medidas urgentes, el número de hambrientos aumentará en 60 millones para 2030.

La distribución de alimentos es un problema complicado y multifactorial. En primer lugar, hay que producir suficiente comida para todos. Según la FAO, se necesitan 1,3 billones de toneladas métricas de cereales al año para satisfacer el consumo humano; sin embargo, en 2012, se produjeron solo 2,1 billones de toneladas. La producción agrícola tiene que aumentar significativamente si queremos evitar el hambre en el mundo.

Pero la producción agrícola no es el único problema. También hay que considerar la distribución geográfica de los alimentos. Según la FAO, «la mayor parte de la población mundial vive en zonas urbanas y el número de personas que viven en áreas rurales está disminuyendo». Esto significa que cada vez hay más personas dependiendo de los suministros alimentarios del exterior. Mientras que antes era posible que las familias cultivaran su propio alimento o lo compraran directamente a los agricultores locales, ahora muchas personas dependen de los supermercados y otros intermediarios para comprar sus productos alimentarios. Esto hace que la cadena de suministro sea más larga y más vulnerable a los problemas.

Por ejemplo, si hay un problema en la cosecha o en el transporte, puede haber un impacto significativo en el abastecimiento de alimentos. Si una tormenta daña las cosechas o si hay un accidente ferroviario, por ejemplo, puede haber escasez de determinados productos alimentarios y subidas de precios. De hecho, según datos del Banco Mundial, el precio de los alimentos se ha duplicado desde 2000. Esto es especialmente difícil para las familias con bajos ingresos, que ya tienen dificultades para llegar a fin de mes.

La distribución internacional de alimentos también es un problema. Aunque existen mecanismos como el Fondo Mundial para la Alimentación y la Agricultura (FAMFA) para ayudar a los países en desarrollo a importar productos alimentarios, estos no siempre funcionan como se esperaba. En 2010, por ejemplo, cuando Haití sufrió un terremoto catastrófico, se esperaba que el FAMFA fuera capaz de proporcionar ayuda rápidamente; sin embargo, debido a problemas administrativos, la ayuda tardó semanas en llegar.

Otro problema con la distribución internacional de alimentos es el desperdicio. Según datos del Banco Mundial, «se estima que entre un tercio y la mitad de todos los productos agrícolas se pierden o se desperdician antes de llegar a los consumidores». Esto significa que miles de toneladas de comida se tiran año tras año, cuando podría ir a parar a las mesas de las familias hambrientas. El desperdicio también tiene un impacto ambiental significativo: según datos del Banco Mundial, «las emisiones anuales derivadas del cultivo y el transporte de productos agrícolas perdidos o desperdiciados ascienden a 3,3 gigatoneladas métricas (Gt)». Esto equivale a «un tercio del total anual de emisiones globales de gases invernadero».

Como se puede ver, la distribución de alimentos es un problema complejo con muchas facetas. Es evidente que se necesitan medidas urgentes para mejorar la situación; sin embargo, no es fácil saber qué medidas son las adecuadas. Lo que sí está claro es que si no hacemos nada para mejorar la situación actual, el número de personas hambrientas en el mundo solo va a continuar creciendo.