¿Por qué es importante mantener la cadena de frío en los alimentos

La importancia de mantener la cadena de frío en los alimentos

Desde que el hombre comenzó a domesticar plantas y animales para consumo propio, el frío ha sido una herramienta indispensable para mantener frescos y saludables los alimentos. Aunque el frío natural (la nevera, el congelador) sigue siendo la mejor manera de almacenar los alimentos, la refrigeración comercial y industrial es cada vez más necesaria debido al aumento de la demanda y el tamaño de las operaciones agrícolas y de producción de alimentos.

Los alimentos perecederos son aquellos que se deterioran y pierden su valor nutricional con el tiempo. La carne, el pescado, los huevos, la leche y otros productos lácteos, así como las frutas y verduras frescas son ejemplos de alimentos perecederos. A diferencia de los alimentos no perecederos, que se conservan durante mucho tiempo sin refrigeración, estos productos deben mantenerse frescos y en buen estado para evitar la contaminación microbiana que puede causar enfermedades graves.

La mayoría de los gérmenes que causan enfermedades en los humanos se encuentran en los alimentos. La mayoría de estos gérmenes se multiplican rápidamente a temperaturas ambiente (entre 4°C y 60°C), lo que significa que los alimentos refrigerados deben mantenerse por debajo de 4°C para evitar su proliferación. Los gérmenes también pueden sobrevivir en el congelador (-18°C o inferior), pero no se multiplican a estas temperaturas.

Por lo tanto, la clave para mantener los alimentos frescos y libres de bacterias dañinas es mantener la cadena de frío ininterrumpida desde el momento de su producción hasta su consumo. Si un producto se expone a temperaturas ambiente durante un largo periodo de tiempo, es probable que se contamine con bacterias peligrosas que pueden causar enfermedades graves. Por esta razón, es fundamental respetar y mantener la cadena de frío durante todo el proceso de manipulación y almacenamiento de los alimentos.

La cadena de frío comienza en el campo o en la granja, donde se produce el alimento. A medida que los productos agrícolas maduran o son cosechados, deben ser transportados rápidamente a temperaturas adecuadas para evitar su deterioro. Los pescados y mariscos deben ser transportados inmediatamente después de ser capturados para mantener su frescura. La carne fresca y otros productos lácteos también deben ser refrigerados lo antes posible para evitar la proliferación bacteriana.

Una vez que los alimentos han sido transportados a las instalaciones de elaboración, se someten a un procesamiento adicional para mejorar su sabor, textura o valor nutricional. En muchos casos, este procesamiento requiere calor, pero si no es necesario, es importante mantener los productos refrigerados durante todo el proceso hasta su embalaje final. Después del embalaje, los productos deben ser transportados nuevamente a temperaturas adecuadas para evitar su deterioro. Finalmente, llegan a las tiendas o supermercados donde son vendidos al público.

Aunque muchas personas asumen erróneamente que todos los pasos anteriores garantizan que sus alimentos permanezcan frescos durante todo el viaje desde el campo hasta su cocina, esto no siempre es cierto. De hecho, si un producto no se manipula correctamente en cualquiera de las etapas anteriores o si no se mantiene a la temperatura adecuada durante todo el proceso, es probable que no llegue fresco a su hogar. Por esta razón, es importante comprender cómo funciona la cadena de frío y qué medidas se deben tomar para garantizar que sus alimentos permanezcan frescos durante todo el camino desde el campo hasta su mesa.