Desde hace unos años, el refrigerador se ha convertido en un electrodoméstico imprescindible en todos los hogares. Se trata de un aparato que nos permite conservar los alimentos en perfectas condiciones durante más tiempo.
Pero, ¿sabemos realmente cómo funciona el frigorífico y cuál es la manera correcta de utilizarlo? A continuación te damos algunos consejos para que sepas cómo conservar tus alimentos de la mejor forma.
¿Qué es el frigorífico?
El frigorífico o nevera es un electrodoméstico que se encarga de mantener los alimentos frescos. La temperatura ideal para conservar los alimentos es entre 0ºC y 4ºC, aunque esto varía en función del tipo de alimento.
La mayoría de los frigoríficos tienen dos compartimentos: el compartimento superior, donde se conservan las verduras y las frutas; y el compartimento inferior, donde se guardan los alimentos congelados o carnes.
¿Cómo funciona el frigorífico?
El frigorífico funciona gracias a un circuito cerrado de refrigeración que mantiene la temperatura interior del aparato constante. Este circuito está compuesto por un compresor, un condensador, un evaporador y una válvula termostática.
El compresor es el encargado de succionar el gas refrigerante del evaporador y comprimirlo. El gas caliente que sale del compresor pasa por el condensador, donde se enfría y vuelve a convertirse en líquido. El líquido refrigerante pasa entonces por la válvula termostática, que regula el caudal del fluido, y vuelve al evaporador. En este último se produce la evaporación del refrigerante, lo que absorbe el calor del interior del frigorífico y mantiene la temperatura adecuada para conservar los alimentos.
¿Cómo debemos utilizar el frigorífico?
Para utilizar correctamente el frigorífico y conseguir que nuestros alimentos se mantengan frescos durante más tiempo, debemos tener en cuenta algunas recomendaciones:
* La puerta del frigorífico no debe estar abierta durante mucho tiempo, ya que así se pierde el calor interno y el aparato tiene que trabajar más para volver a mantener la temperatura adecuada. Lo ideal es abrir la puerta solo cuando sea necesario y cerrarla inmediatamente después.
* Los alimentos frescos (verduras, carnes, pescados…) deben ir en el compartimento superior, mientras que los congelados o precocinados van en el inferior. De esta forma se evita que los primeros se descongele cuando abrimos la puerta para coger los segundos.
* No es recomendable colocar los alimentos directamente sobre la rejilla del fondo del compartimento, ya que así no circula bien el aire y no se mantienen frescos durante tanto tiempo. Lo mejor es colocarlos en las baldas o en los cajones diseñados para ello.
* Para conservar los alimentos en perfectas condiciones durante más tiempo, lo ideal es envolverlos correctamente antes de guardarlos en el frigorífico. Así evitaremos que pierdan su aroma o se sequen.
Además de estas recomendaciones generales, debemos tener en cuenta algunas particularidades a la hora de guardar ciertos tipos de alimentos:
* Las verduras deben lavarse siempre antes de guardarlas en el frigorífico. Lo mejor es conservarlas en un envase hermético o cubrirlas con papel film para evitar que pierdan su humedad natural y se sequen.
* Las frutas maduras deben consumirse rápidamente o cocinarse, ya que suelen estropearse con facilidad una vez maduras. Si las queremos conservar frescas durante más tiempo, lo mejor es guardarlas sin pelar ni lavar y cubiertas con papel film o un envase hermético.
* Los huevos deben guardarse siempre en su propio envase y en la parte central del frigorífico, ya que así evitaremos que se deterioren con facilidad.
* La leche entera tiene una caducidad mucho menor que la leche semi-desnatada o desnatada. Por ello, lo mejor es comprar leche entera solo cuando vayamos a consumirla rápidamente o batirla para hacer natillas u otros postres cremosos.
* La carne roja (ternera, cerdo…) tiene que estar siempre envuelta en papel film o bien guardada en un envase hermético para evitar que pierda su jugositad y aroma. Además, debemos consumirla preferiblemente dentro de los dos o tres días siguientes a su compra.
* La carne blanca (pollo, pavo…) puede aguantar un poco más sin problemas, pero también debemos intentar consumirla dentro de los tres o cuatro días siguientes a su compra y guardarla siempre bien envuelta o dentro de un envase hermético