¿De qué formas podemos protegernos de los peligros físicos de los alimentos

Los alimentos que ingerimos cotidianamente están expuestos a diversos peligros físicos que pueden comprometer su calidad y seguridad. Aunque el proceso de fabricación y envasado de los productos alimenticios está regulado por ley, existen diversas formas en que los alimentos pueden resultar contaminados o deteriorados. Por ejemplo, durante el transporte o almacenamiento de los alimentos pueden ser sometidos a condiciones adversas (como temperaturas extremas o la exposición a la luz) que favorezcan la proliferación de microorganismos o el desarrollo de toxinas. Asimismo, los alimentos pueden estar contaminados por sustancias tóxicas presentes en el ambiente (como plaguicidas o metales pesados) o por materiales extraños (como pedazos de vidrio o metal).

Por suerte, existen diversas formas en que podemos protegernos de los peligros físicos de los alimentos. A continuación, te mencionamos algunas de ellas:

– Lavar las manos: Una de las mejores formas de evitar que los alimentos se contaminen es lavándose las manos con agua y jabón antes de manipularlos. Asimismo, es importante lavar las manos después de tocar objetos potencialmente contaminados (como dinero o paquetes).

– Limpiar los utensilios: Todos los utensilios que se utilicen para manipular los alimentos (como cuchillos, tablas de cortar y tenedores) deben estar limpios para evitar la contaminación cruzada. Los utensilios deben lavarse con agua y jabón antes y después de usarlos, y se recomienda sterilizarlos si van a ser utilizados para manipular alimentos crudos.

– Cocinar adecuadamente los alimentos: La cocción es un método efectivo para eliminar microorganismos presentes en los alimentos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que algunos microorganismos (como los virus) no son eliminados por el calor, por lo que es necesario manipular adecuadamente los alimentos para evitar la contaminación cruzada.

– Almacenar correctamente los alimentos: Los alimentos deben almacenarse en lugares frescos y secos, protegidos de la luz y lejos de fuentes de calor o frío extremo. Asimismo, es importante respetar las fechas de caducidad indicadas en los envases para evitar ingerir productos deteriorados.