La alimentación es uno de los pilares de la vida. Sin ella, el cuerpo no puede funcionar correctamente y, por tanto, la salud se resiente. Según datos del Ministerio de Sanidad, en España el 33,3% de los niños y el 22,4% de los adultos tienen exceso de peso y la obesidad se ha convertido en una epidemia a nivel mundial.
Pero el sobrepeso y la obesidad no son los únicos problemas que pueden derivarse de no alimentarse correctamente. La mala alimentación también puede causar anemia, osteoporosis, diabetes, hipertensión… En definitiva, una mala alimentación puede provocar graves consecuencias para la salud.
La anemia es una de las consecuencias más comunes de la mala alimentación. Se trata de un trastorno del sangre que se produce cuando éste no contiene suficientes glóbulos rojos o hemoglobina. Los síntomas de la anemia son fatiga, falta de energía, somnolencia… Si no se trata adecuadamente, puede derivar en problemas cardiacos o incluso en la muerte.
La osteoporosis es otro de los problemas que pueden surgir como consecuencia de la mala alimentación. Se trata de una enfermedad degenerativa que provoca la disminución del tejido óseo y que puede derivar en fracturas por fragilidad ósea. Los principales síntomas de la osteoporosis son dolores articulares y musculares, debilidad generalizada… Si no se trata a tiempo, esta enfermedad puede llegar a limitar la movilidad y provocar discapacidad.
La diabetes también es una consecuencia directa de la mala alimentación. Se trata de una enfermedad crónica que se produce cuando el cuerpo no produce insulina o ésta no funciona correctamente. Los principales síntomas de la diabetes son sed constante, hambre excesiva, cansancio… Si no se controla correctamente, puede derivar en problemas renales, retinopatía diabética (daño en los ojos) o en infartos cerebrales.
Por último, pero no por ello menos importante, cabe destacar que la hipertensión también está relacionada directamente con la mala alimentación. La hipertensión arterial es un trastorno cardiovascular que se produce cuando hay un aumento excesivo de la presión arterial. Los principales síntomas de este problema son dolores de cabeza constantes, fatiga crónica… Si no se trata adecuadamente, puede derivar en infartos cardiacos o accidentes cerebrovasculares.
En definitiva, como podemos ver, las consecuencias de no alimentarse correctamente son muchas y muy graves. Por ello, es fundamental llevar una dieta equilibrada y hacer ejercicio físico regularmente para mantener nuestra salud en óptimas condiciones.
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